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miércoles, 23 de febrero de 2011

En el jardin de la piscina con B

Aquel día era caluroso, decidí bajar y comprobar la  famosa piscina que había compartida para todos los vecinos. Cuando  llegue allí estabas tu, pelo largo y liso, de ojos castaños y con  una sonrisa dibujada en los labios; esa que siempre mostrabas cuando nos cruzábamos; la  verdad es que esos labios eran difíciles de olvidar.



Hacia un par de meses que me había mudado a aquella ciudad, habías sido la primera  persona que me había impactado hasta el punto que no podía sacarte de  la retina, siendo la persona a la que evocaba en mis fantasías eróticas y en quien pensaba cuando me masturbaba; y descubrir que éramos vecinos era perfecto.


Bañador de dos cuerpos, color verde claro, que resaltaban aquellas aunque aplastadas figuras redondas voluminosas que eran tus pechos,  era delicioso para la vista, mostrando y marcando tus pezones; y verde mas oscuro abajo, donde lo mas oscuro eran aquel color, sin mostrar  señal alguna de que hubiera pequeñas hebras rizadas como serian los vellos ocultos de tu  pubis. Me daba una ligera impresión de como lo tendrías.

Tu rostro  lucia unas gafas negras que ocultaban tus ojos. No estabas mal, y verte así de imprevisto y en bañador casi me hizo sentir algo avergonzado y excitado. Suerte que mis gafas de  sol, me ayudaban a que apenas se notara.

Acostada en aquella tumbona  blanca de resina no pude dejar de repasar tu cuerpo, delitandome con cada centímetro a la vez que por mi mente pensaba (¡¡¡mmmmm!!!) lo delicioso que podría llegar a ser tener sexo contigo.

 Con aquellas imaginaciones estaba excitado, con una erección más vigorosa a ninguna anterior. Mi bulto asomaba  visiblemente, marcando una curva en el bañador imposible de ocultar,  salvo la toalla que me sirvió para salir del apuro.

Al pasar por tu lado levantaste las gafas con una de las manos y  sonriendo me diste los buenos días y mirando para la separación de tus pechos, y lo que podría hacer contigo los contesté, terminando de grabar en mi retina tu cuerpo, pensando cada vez mas en lo tremendo y posiblemente salvaje que podría ser tener  sexo contigo...
 
Seguía derritiéndome y excitando más y más al pensar en ti y rememorando en todas  las fantasías anteriores que había mantenido. Me acerque a las  tumbonas apiladas y cogí una, y para no ser demasiado indiscreto la  coloque de manera que si arquearas tu cuello y lo giraras hacia la  izquierda me pudieras ver. El único inconveniente era que la piscina  estaba a tus pies; la ventaja era que aquí apenas daba el sol.

Pose la toalla y saque las gafas y la camiseta; pero seguí notando un poco la erección, lo cual sería un problema, si te giras. Aproveche y desanudado  el bañador, acomodo un poco mi pene para pasar  inadvertido, no lo consigo, la erección era tremenda y cuanto mas me toco, mas me empalmo y el miembro mas tarda en bajar la erección, lo cual no tuve  mejor idea de así que dar una pequeña carrerilla y saltar al agua de  pie, consciente de que igual te chapoteo y que eso te pueda molestar.  Pero no puedo hacer otra cosa.

Llego al fondo y contando hasta diez me impulso hasta subir a la superficie. Apoyo los brazos y codos en el bordillo, estoy frente a  ti, lo se, no te miro, no quiero levantar sospechas. Poco a poco mis  ojos van acercando la visión a donde estas, tu espalda esta un poco  mas levantada y como si fuera a propósito te das cuentas que mis ojos se fijan tus piernas, las separas, provocándome mas, permitiendo que pueda avistar tu sexo, buscando la raja de tu vagina. Ardo en deseos, y por mas que lo  intento no dejo de mirar fijamente ahí, donde tus manos están apoyadas sobre las ingles; como si hubieran recolocado el bañador, que en  verdad lo haces mientras miro. Inconscientemente o no, lo sabes, me pones a  cien. Creo que lo sabes. Vuelvo a sentir como mi erección vuelve con más fuerzas. No puedo bajar las manos, y demostrar lo que estas  consiguiendo. Aprieto mi cuerpo a la pared y noto mi pene palpitar,  deseoso de tener sexo contigo. De pronto un largo escalofrío recorre  todo el miembro, se que te has dado cuenta, y sin disimulo acomodo mi  pene empalmado y erecto.

Levantas las gafas y con aquella sonrisa que te caracteriza me pides  que te eche crema en la espalda, a lo que no puedo decir nada, solo me  preocupa la erección que aun noto dentro del bañador.  Me acerco a la  escalerilla que esta a mi derecha y mientras subo no puedo evitar que  durante las fracciones de segundo que tardo en salir del agua puedas ver el bulto que se esconde. Salgo y estiro el bañador desajustándolo  del cuerpo. Quizás te hayas dado cuenta, quizás no... pero me  encamino hacia ti. Aunque aquella sonrisa de satisfacción que dibuja  tu cara me revela que te habías percatado.

Cuando llego te desprendes de las gafas, me miras a los ojos sin  ningún disimulo y sonriendo me extiendes el bote de la crema, a lo que  me dices: "Gracias, es complicado llegar a la espalda" a lo que  respondo con un susurro, "No hay problema... es para mi un placer". En  ese instante haces un giro con tu cuerpo y te tumbas boca abajo  indicándome con una mano que me siente en un hueco que has hecho en la  tumbona a la altura de la cintura.

Al sentarme das un respingo por lo mojado que aun estoy del baño. "Ah  que frío estás"... dices entre risas, a lo que contesto "No te  creas... menos de lo que notas". Ambos dejamos escapar una carcajada  porque somos conscientes de mi excitación. Giras la cara a un lado, hacia donde estoy, puedes verme de reojo. Mis manos recogen el pelo  mientras te digo "Voy a apartar tu pelo o te lo mancharé...". Mis  manos lo recogen llevándolo hacia arriba mientras aprovecho para tocar  tu nuca. Te estremeces por el contacto de mis dedos, como si fuera la  caricia más excitante. Noto como tu piel reacciona. "Tienes la piel  muy sensible, digo. Pero no contestas, solo miras y sonríes; y acto  seguido te digo "Espera... que así será más fácil..." y levantando  un poco tu torso y las manos hacia atrás, desanudo la parte superior del bañador las tiras de los hombros hacia los codos. Sin importarte  el tener los pechos sueltos vuelves a reposar el cuerpo en la tumbona.

Mis ojos contemplan parte de tu pecho que casi ha quedado liberado de  la tela y apenas contemplo asombrado que son un poco mas grandes de lo  que pensaba. "Ya estoy lista". "puedes empezar...". Mis manos llenas de crema se posan a la altura de las costillas. De nuevo te estremeces  al contacto de la yema de mis dedos en tu piel. Mis manos empiezan a resbalar por la piel y con cierta presión como si de un masaje se  tratara. "mmmmmmmmmm" Escapa de tu boca, sientes que mis manos han  encontrado la manera perfecta de excitarte... tu piel por momentos  reacciona poniéndose de gallina. No hace falta imaginar que eso te  excita sin más.

Mis manos han extendido completamente la crema por tu espalda pero  lejos de parar continuo masajeando tu espalda, continuando ahora las  caricias por encima del bañador bajando hacia tu cintura, que sin  mucho preámbulo bajan hasta llegar a tus glúteos, donde mis manos con  firmeza aprietan, como si fuera un experto masajista, mis deseos por introducir una mano desde ahí hasta llegar a tu sexo se hacen de rogar y esperar. Mi mente vuelve a llenarse de fantasías e imaginaciones,  que el cerebro transforma en impulsos que aceleran el corazón y mas el  mi pene que volvía a estar flácido. Siento como unas abrumadoras palpitaciones se concentran desde arriba hasta abajo.

Continuo con los roces de mis dedos, pero esta vez aparto un poco mas  el borde de la tela de tus nalgas, presiento que tu sexo esta mojado y húmedo; me llenan unos deseos de agacharme y deleitarme con los jugos que emanan de entre tus ingles. Mientras sujeto con una mano la tela, empujo con el dedo corazón de la otra dentro. Tus manos se extienden y tocan por primera vez el bulto erguido y duro que se esconde tras mi  bañador. No tengo reparos de aflojar el nudo que aprieta la ropa mientras miro a un lado y al otro; no veo a nadie, y como en un  abrir y cerrar de ojos esta aflojado para que puedas meter tu mano  dentro, y echando un vistazo hacia arriba viendo que no hay nadie alrededor te susurro "Porque no metes tu mano dentro..." a lo que tus  manos responden colándose por arriba del bañador en busca de tu  ansiado juguete.

Tus manos rozan y acarician despacio todo el tronco, tratando de  dibujar en tu mente la longitud y diámetro de lo que aun no has  podido contemplar con tu vista. Deteniéndose en el glande el cual  desnudas de la piel que lo cubre, masajeándolo despacio, aprovechando  la humedad que se concentra alrededor para que tus dedos se empapen y  se deslicen con facilidad. Aquello me derrite y delira que sin  importar la presencia de alguien deslizo el bañador hasta dejar todo el miembro fuera. Y yo separo mas tu bañador y tiendo la tela casi a  mas de la mitad de tus nalgas aparto tus manos para tomar yo el falo  de mi cuerpo y lo hundo sin mas reparos dentro de tu sexo.

Tu cuerpo corresponde levantando las caderas y dejando las nalgas un  poco inclinadas, recostando tu cuerpo hacia atrás facilitándome el que  te pueda penetrar y moverme aun de forma incomoda pero placentera  dentro de tu cuerpo. Tus pechos quedan un poco levantados, lo que  aprovecho para escurrir mis manos por debajo para bajar un poco mas el bañador y buscar tus pezones para poder retorcerlos a placer, lo cual  me pides que lo haga despacio, pues la tumbona te esta lastimando y te  molesta.

Tus pezones están tan duros, lo que me excita y me incita a jugar con  ellos un poco más. Recogiéndolo entre mis dedos voy dando giros en  forma de círculos a la vez que los sigo apretando un poco mas  simulando mordiscos, y dando pequeños tirones; empitonándose más y  más... Entre las embestidas y cabalgadas que doy dentro de tu sexo me voy inundando de placer.

De tus labios se escapa un pequeño gemido. Aquello provoca a que me mueva un poco más fuerte, y no desista de las caricias en tus pechos. Tus labios no pueden evitar que sigan  escapándose gemidos. Seguramente estaríamos mucho mejor en la casa,  pero no quiero perder la oportunidad que tengo de hacerlo contigo.  Agarro tu cintura, y te empujo hacia mí. Dejando que tu cuerpo pueda  cabalgarme a placer. Mis dedos se escurren por dentro de tus ingles, tocando y acariciando el corto vello pubico, mientras sigue entrando mas mis manos buscando con desespero tu clítoris, que no tardo en  masajear, buscando que tu excitación sea plena y extrema. Mis dedos se  mojan de los flujos que desprende tu sexo, lo que aprovecho para  seguir masajeadote como hacia antes con la crema. Tus gemidos se  vuelven más continuos, y tus pechos no dejan de menearse al ritmo que  tus caderas han marcado en la penetración.





Siento una mezcla de calor recorrer todo mi cuerpo mezclándose con la  gotas de agua que todavía quedaban del chapuzón improvisado, siento  como empujo dentro de ti, siento como roza dentro cada centímetro de  mi miembro, está siendo mucho más placentero de lo que esperaba. Ahí dentro se está caliente y húmedo, cada vez más húmedo y cada vez  más mojado. Te escucho gemir y veo como mueves tu lengua entre tus labios, estás a punto de correrte pero decido ser malo y hacerte  esperar y dejo de embestir. Salgo de tu interior sin hacerte daño pero  algo violento, excitado y apurado por la situación, después de todo alguien nos puede ver.

Las mejillas de tu cara están sonrojadas por todo el ejercicio realizado, giras tu cuello rápido, apunto de reprochar el que hubiera parado sin mas, pero no dices nada solo tus  ojos se abren como platos, giro y veo alguien entrar, se une a la fiesta. Es el vecino  que separa nuestros apartamentos.

Muevo las caderas con delicadeza, sacando mi pene despacio de tu vagina, como si no estuviera pasando nada, pero sin embargo me sorprendes cuando estiras un brazo y con la mano incitas a que se acerque nuestro invitado a la vez que susurras en bajo "No salgas por favor, no quiero que pares por favor de follarme”.

Se acerca el vecino, un hombre cincuentón, posiblemente más, con un  largo bañador azul y sin tiempo de reacción tocas y frotas su miembro  buscando su rápida erección. Con las manos le bajas un poco su ropa,  a lo que corresponde con sus manos ofreciéndote su miembro. Te acercas  un poco mas hasta agarrarle mi miembro y metértelo en la boca."Ahora podemos continuar...". Seguía penetrándote despacio buscando que tu  humedad me inundara "Uhm... qué bien lo haces suave y profundo" su  excitación era generosa por que mi miembro estaba muy mojado.

Después de un tiempo lamiendo y chupando su pene descubro que a mi  también me excita la situación. Y pienso... (no me importaría estar  con este viejo metiendo los dos por sus agujeros) siento latigazos y  palpitaciones, casi una promiscua y ligera eyaculación siento mientras  me corro pero tú también decides ser mala conmigo y paras con esa  sonrisa maliciosa.

"¿Y si me dais los dos a la vez...?" No puedo contener más mi  excitación. Nuestro invitado se aparta y yo me levanto para luego  tumbarme en la tumbona. Apartas el bañador mientras subes los pies a la tumbona, vas flexionando las piernas bajando en busca de mi  miembro; tomo mi pene colocándolo frente a tu vagina, siento como voy  entrando, penetrándote, bajo la atenta mirada encima de mi cabeza de  nuestro vecino. Te acomodas y agarrando tus nalgas con mis manos vuelvo a penetrarte esta vez de frente, de manera salvaje, casi  violento, una dos, una y otra vez, gimes de placer y yo también hasta  que siento una mano que toca mis rodillas, a la vez que dos rodillas se  acomodan junto a las mías. Suelto tus nalgas y libero tus pechos fuera  del bañador.

Le ofreces la crema bronceadora para que dilate  tu culo y no te duela. Se unta las manos y empiezas a balbucear y gemir cuando comienza a presionar con el dedo pulgar tu ano. Lo que yo aprovecho para acercar mi rostro para chupar y mordisquear tus pezones. Mojándolos y ensalivándolos en mi boca, tratando de dar tirones hasta explotar más tu delirio. Sueltas algún que otro grito de locura y placer.

No tardo en notar el pene del invitado empujando y  entrando por tu ano.  Era una sensación extraña pero excitante, no puedo negar que me gustara y que me excitara demasiado. Un par de  sacudidas siento que pronto eyaculare, aflojo el ritmo y continuo estimulando tu clítoris masajeándolos con mis dedos, haciendo círculos y frotándolo a veces de forma violenta y continua. Tu placer aumenta, siguen tus gemidos provocados también por las embestidas y empujes que nuestro vecino te propina en tu ano, moviéndote de adelante hacia atrás sin parar. Agachas tu cuello y mirándome pides que me corras dentro de ti, que estas a punto de estallar. Agarro mi pene y tomándote otra vez, rápido noto tus flujos verter no alivio tu placer, no puedo contener todo eso  que está deseando salir y nos corremos casi a la vez, siento tus jugos salir y siento los míos acompañarte como también siento algún goteo sobre mis piernas posiblemente de la eyaculación de nuestro invitado. Así nos quedamos un instante mientras el se separa, limpiando su miembro y acomodando su pene en su pantalón, anudando su bañador marchando sin decir nada.  Nos apartamos los dos y nos acomodamos los bañadores como podemos, tu voz susurra que desea repetirlo en tu apartamento. Agarro tu mano y caminando te llevare, pero a la casa del vecino para terminar de cumplir tu fantasía, pero esta vez los tres con calma.

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